No sé vosotros, pero mi sensación es que el tiempo cada vez
pasa más deprisa. Quizás sea el que ya de por sí cuanta más edad vas cumpliendo
todo parece coger más velocidad sumado a que la sociedad de, permitidme la
expresión, de usar y tirar, nos obliga de alguna manera a ello.
Estamos en la era de la inmediatez, la del olvido fácil y la
del trabajo aún más rápido. Los resultados los queremos ya, no mañana, ni
pasado, sino ya. Primamos la cantidad a la calidad, el ahora al poco a poco, el
destino al viaje… Resultados, resultados, y resultados y si pudo ser ayer
mejor que ahora o mañana.
Probablemente tú que me estás leyendo pensarás que este año
ha sido nefasto y no has hecho nada importante. Según escribo estas palabras me
doy cuenta de que yo misma hace unos días hablaba con una amiga y llegamos a la
conclusión (ahora veo que errónea), de que 2020 no contaba porque realmente
este año había sido un año en blanco. ¿En blanco de verdad?
No, no ha sido un año en blanco, ni vacío ni absurdo. Ha
sido un año en el que hemos tenido tiempo, pero tiempo de verdad. Acaso tú, que
me estás leyendo, ¿no echas un poquito de menos tener más? Dejemos de lado la
pandemia y la crisis económica que se
avecina. ¿Pero no echas nada de menos el poder pasar más tiempo con tus hijos,
con tus padres, leyendo, o haciendo chorrocientas videollamadas con tus amigos
que antes veías más que ahora las medidas se han relajado?
Este 2020 para mí ha sido muy buen año y a la vez malo, ahí
radica su peculiaridad. No quiero lo mal que lo he pasado en muchos momentos,
pero a cambio, pude estar más tiempo con mis padres, para hacer cosas que me
gustaban, me puse (y creo que todos), nos pusimos de acuerdo con nuestros
vecinos en salir a los balcones a aplaudir a los sanitarios, y a tener rutinas
en una jaula llamada casa, que no podía ser un mejor lugar. También me he
vuelto más selectiva y además, ¿por qué no? He podido terminar tres novelas.
Sí, tres. Si me llegan a decir esto último hace solamente diez meses habría
pensado que mi interlocutor no estaba bien de la cabeza.
Y así ha sido mi 2020, el año en el que tenía 30 años, y que
ha estado lleno de momentos llenos de contrastes buenos y malos. En mi caso sé
que son más de los normales, pero este maldito bendito 2020 me ha hecho crecer,
aprender a enfrentarme a mis miedos y a pérdidas; a sobreponerme y a sonreír
aunque no hubiera ganas, a mirar al futuro sin olvidar que estoy en el momento
presente.
No sé lo que me deparan los treinta y uno que justo hoy cumplo, pero
a los treinta les despido con una sonrisa llena de lágrimas. Así ha sido mi
año.
¿Cómo ha sido el vuestro? Os leo si me lo queréis contar J.
Un abrazo.