Hola, hola.
Lo confieso, soy tímida. Y esa timidez a veces me hace parecer borde. Me siento muchísimo más cómoda en el mundo online que en el offline y me cuesta muchísimo hablar en público. Siento que las palabras se me enredan en la garganta, empiezo a sudar, a pensar qué narices estoy haciendo. Lo paso tan mal que hasta me cuesta respirar. Y es que eso de derribar los miedos no es algo fácil. Por eso, estoy trabajando en ello y probando a decirme unas cuantas frases que, de momento me están ayudando. Pero no vamos a ir tan rápido.
El domingo que viene estaré en el festival literario Jaleo en Manzanares el Real. Es la primera vez que voy a estar en una feria vendiendo mis libros y me da una vergüenza atroz. Me da pánico que alguien se pare delante, no saber qué decir y empezar a boquear como un pez fuera del agua. Te prometo que esa sensación me asusta muchísimo, así que si te acercas por allí y me ves que no pronuncio una palabra, no es que sea un borde, es que estoy aterrada. Como te habrás dado cuenta, en mi caso se cumple ese prototipo de que a los escritores nos gusta estar en nuestra torre de marfil escribiendo sin parar y que los libros se vendan solos. Pero no es así, por mucho que nos cueste.
Pero, ¿sabes qué? Que me he cansado de esa versión de autocomplacencia y estatismo… Me he propuesto derribar mis miedos y qué mejor manera que exponerme. De hecho, mientras escribo estas líneas lo estoy haciendo, me estoy mostrando vulnerable y creo que ese es el primer paso para demostrar que puedo llegar a ser valiente.
Muchas veces pagamos un precio muy alto por ser nosotras mismas.
Los escritores nos vemos muchas veces juzgados cuando decimos que juntamos letras, creamos historias y las materializamos en libros. Nos toman por frikis que, como no tienen amigos, se centran en los libros. Otro tópico más que en este caso no es solo propio de la romántica, sino de todos los géneros.
Parece que si no eres Megan Maxwell, Elisabet Benavent o Alice Kellen, tu trabajo no tiene valor y eres una paria, alguien cuyo trabajo no merece respeto, y lo siento, pero no estoy de acuerdo. Admiro muchísimo a las tres, son las escritoras de romántica más importantes del país y han llegado a donde están por derecho propio. Se merecen el éxito que tienen. Considero que son mujeres muy inspiradoras que han forjado una carrera a base de esfuerzo, tesón y talento. Es maravilloso ver cómo en cada feria del libro o evento que organizan sus editoriales tienen cientos, miles de lectoras esperando una firma en su ejemplar y sus caras de emoción; me parece un momento precioso. Ojalá algún día sea yo la que pueda estar en una posición mínimamente parecida a la de ellas, pero no por ello soy menos escritora; solamente no tengo su éxito.
Por eso, para derribar mis miedos, estoy centrándome en decir las siguientes frases que valen en cualquier rol que tengas.
Yo me quiero
Y no, no es que seas una egocéntrica. Te propongo una cosa, piensa en cuánto quieres a tu madre, a tu pareja, a tus hijos… Ese amor procede desde lo más profundo de ti y es generoso. ¿Por qué no ser generosa contigo misma? Es reconocer que, por el hecho de ser, merecemos amor y eso pasa desde decirte esa frase delante del espejo cada mañana a cuidarte por dentro y por fuera.
Yo puedo
No eres menos que nadie; puedes tener tus limitaciones, pero trabajando en ellas puedes sacar tu potencial y brillar como te mereces. Así que te llevará más tiempo o menos, pero podrás hacerlo. Si pueden los demás, ¿por qué tú no?
Yo valgo
Esta frase suena a anuncio de champú, pero hay que reconocer que clavaron el mensaje. ¿Cuánta gente conoces que consigue cosas y no sabes cómo? Seguro que te viene algún nombre a la cabeza. Y ahora piénsalo, ¿vales menos que esa persona? La primera respuesta que te venga a la cabeza es la correcta.
Si conseguí esto (busca tu logro que pensabas imposible), ¿por qué no voy a poder conseguir esto otro?
Repasa tu historia. Puede que el momento en el que conseguiste ese logro que de primeras parecía imposible, tus circunstancias fueran otras. A lo mejor no tenías pareja, hijos o tu vida era más sencilla. ¿Pero sabes qué tenías? Valor para derribar tus miedos, así que intenta ponerte en el tú del pasado y saca fuerzas para ello. Si pudiste una vez, ¿porqué no dos? Hazme caso, puedes.
Si sale bien, disfruto del éxito y si sale mal, aprendo
Cada experiencia de nuestra vida nos aporta algo, y porque una vez no salga como esperabas, no significa que una segunda vaya a pasar de nuevo. Cambia, prueba y verás el resultado.
Piensa en lo que te diría tu mejor amiga
Esta frase me la dijo un psicólogo que tuve hace unos años y me ayudó a cambiar la perspectiva de las cosas. Aprendí a intentar escucharme a mí misma. Preguntarme qué me pasaba y cómo podíamos solucionarlo. Puede parecer esto de chavetas, pero no hay mejor manera de poder avanzar que darnos el tiempo para reconocer que no estamos bien, que tenemos miedo, de abrazarnos y de decirnos palabras de ánimo como si fueras tu mejor amiga.
Por último, se habla mucho de que los escritores tenemos que producir varios libros al año, pero poco de que tenemos que trabajar nuestra mentalidad. Mi reto en este año es trabajarla para poder alcanzar aquello que quiero. Enfrentarme al estar en público me cuesta muchísimo. Tengo un síndrome del impostor casi perpetuo, pero la mejor manera de que se largue es enfrentarme a mis miedos y sé que superando o sabiendo manejar este será el primer paso para los demás. Si tú también dudas de ti misma a veces, piensa que aunque la gente no lo diga abiertamente o no sepa qué le pasa, todos pasamos por momentos así. Todos dudamos y recuerda que el éxito y el fracaso están siempre muy cerca. Seguro que si ves el porcentaje de golpes ganadores y fallados por nada menos que uno de los mejores tenistas de la historia, te sorprenderá. Te dejo un vídeo de hace unas semanas de un discurso de Federer que dio en la universidad de Darmouth creo que te puede gustar y es posible que te resulte tan inspirador como a mí. Si te gusta, no dudes en dejármelo en comentarios.
Un abrazo
Bea